De todos
los pasajes de “dijinga” de los Orishas, el de la dupla Elegguá-Eshu es uno de
los más extensos, por justamente tener que cumplir con las funciones
primordiales de protección y apertura de caminos de las casas de religión de
Regla, así cómo de la mayoría de los consultantes y fieles que le veneran.
MONTE EWE:
Son sus plantas: Aba, abre camino, aceitero, agalla de la costa, aguacate
blanco, ají de China, ají chileno, ají guagua, alacrán o rabo de ratón, albaca
de hoja ancha, alcanfor, almácigo, atipla, aretillo, aroma amarilla u olorosa,
aroma de uña de gato, Artemisa, aticuanla, baría, bejuco verraco, bejuco
sabanero, bejuco San Pedro, bejuco lombriz, bejuco jimagua o parra cimarrona,
bejuco guaro, bejuco prieto, bejuco colorado, bibona, bija, carraspina, camao,
cayaya, crotos, curujey, chamico, chichicaste, ébano carbonero, escoba
cimarrona, espartillo, espinillo, espuela de caballo, flor de agua, cambuto o
cambutera, gateado, grama de caballo, guabico, guajaca, guaro, guayaba,
guayabillo, güira cimarrona, itu, itamo real, lengua de vaca, maloja,
nastuerzo, huevo de gallo, meloncillo, mijo, ñame, ojo de ratón, jurubama o
jurabama, pelo del diablo, palo moro, palo negro, palo torcido, palo víbora,
pastillo, pata de gallina, pendejera, pica pica, picha de gato, piña de ratón,
piñón de pito, piñón botija, pinipiniche, pinipini, rabo de gato, raspalengua,
raspa barriga, rompesaragüey, San Diego, sigaraya, tabaco, tengue, tripa de
jutía, yamao, yerba fina, yerba hedionda o guanina y zarza blanca o parrillera.
Elegguá
Abaile (A-gbá-ilé): por este camino se lo conoce como mensajero e intermediario
en las casas de Regla de Ochá en general. Es el que realiza principalmente las
funciones de limpieza, trasladar los ebbó, ya fuera al río, al monte, al mar,
al pie de un ceibo, etc. Tiene afinidad y admiración por Irokó, pues lo
protegió y le dio cobijo, cuando este Eshú tuvo una fuerte riña con Eggún. Por
tal motivo es que Eggún va atrás, en el patio, y Elegguá adelante.
Eshu Achi
kuelú: Es un viejo de pequeña estatura, que vive en los huecos y túneles bajo
tierra de las encrucijadas, porque es un espíritu de tierra de abajo... Le pertenecen
los minerales, en especial el oro. Nació en Ojuani. Trabaja con Ifá. Gusta de
buenos cigarros de hoja y aguardiente o ron. Cuando se lo asiente se le hace un
hueco en el suelo, donde se deposita su otá, y luego se cubre con un cono de
barro, que tenga partes de tierra de encrucijada y tierra colorada. Tiene
veintiún caminos, y usa paggugú.
Elegguá
Afrá: Es de tierra Arará. Es el Elegguá de Babaluayé. Su collar alterna cuentas
blancas con negra. Tiene como tabú el aguardiente y el vino de palma.
Acostumbra silbar por las esquinas de las calles y lugares solitarios. Es
compañero del Eshu Makenú.
Eshu Afrodí
y Eshu Agroi: Son de nación Arará. Como tienen veinticuatro caminos se decoran
con veinticuatro cauríes, distribuidos en tres hileras. Ambos tienen forma
piramidal y se coronan en la cúspide. Son ayudantes de Ifá y en su culto solo
ofician los hombres.
Elegguá
Agbanukué: Es un Elegguá guardián de la casa y brinda mucha ayuda. Es compañero
del Lodé y del Laná. Tiene el poder para dejar ciegos a sus enemigos. Es el
mejor aliado de Ifá, junto con Biba Kikeño y Alaroyé, y cada uno lleva una flechita
metálica en la frente. Protege al Babalawó ya que es su seguridad: le repite
todo lo que oye y ve. Ayudó a Orulá a demostrarle su clarividencia a Olofi.
Eshu
Agbálonké: Es adulto y fuerte. Castiga con el fuego. Le llaman el Eshu de las
muertes. Continuamente está guiando almas de difuntos. Nace en Obará Meyi.
Eshu
Agberú: Es la esposa de Eshu, la receptora de sus ofrendas.
Eshu Agbó
Bará: Es un trampista que todo lo oye. Es de tierra Takua, y tiene 36 caminos.
Eshu
Agganiká: a éste le gusta tropezar con todo lo que se encuentra, porque es
malévolo, muy peligroso y vengativo. Cuando se enoja, atrae a la policía.
Agganiká se le llamó en Cuba a la Guardia Rural. Se le pone azogue en su carga
y anda a caballo, con un machete.
Elegguá
Aggó Meyó: De tierra Oyó. Es un preventivo y eficaz custodio contra las trampas
y engaños. Es íntimo amigo de Xangó, y es el legado que éste orishá le concedió
cuando era rey de ese poblado. Casi siempre andan juntos.
Eshu Agongó
Oló Oñá: es el dueño de los caminos. Tiene 21 patakkí, y es íntimo amigo con
Oggún y Ochossi. Siempre se lo encontrará apostado en las rutas y accesos a
grandes ciudades, motivo por el cual, cuando se le ofrenda a Oggún para algo
“grande”, se hace la comida de Oló Oñá, que va pegada a la del guerrero.
Elegguá
Agongó Ogo: Elegbara con su nudoso garrote, que le sirve para defenderse y
atacar a sus enemigos. Es la clásica representación del hombre de la
prehistoria. Se lo encuentra en las riveras de los ríos, es muy amigo de Ochún,
a la que cuida día y noche, y lleva en su ardimú, maíz hervido.
Elegguá
Akerú: es un mandadero, un transportador (lleva y trae) Es de tierra lukumí, y
muy afiliado a los ngangá. No admite ser manejado ni manipulado por las
Iyalochas.
Elegguá
Akesan: es del reino de Oyó, muy afiliado a Aggó Meyó. Tiene espada y garrote,
y comanda un grupo importante de Eshus a su cargo. Por este camino, Elegguá
está en el medio de lo malo y de lo bueno. Depende de que manera se lo atienda,
será lo que éste realice a favor o en contra de una persona.
Eshu
Akileyó: Oriundo de tierra de Oyó, es un chiquillo alborotador, belicoso y
caprichoso. El más pícaro y revoltoso. Se especializa en hacer desórdenes en
grandes oficinas, todo lo traspapela. Cuando alguien no encuentra en su casa
los papeles del inmobiliario o de impuestos, es Akileyó que está jugando.
Eshu
Akokorobiya Akokoriye: Es de la nación mina popó. Muy aficionado a jugar con
trompos y bolas y a fumar cigarrillos. De genio inquieto y divertido, siempre
está dispuesto a hacer alguna travesura. Tiene 23 caminos, es compañero de
Ochossi, vive entre los caminos de las matas y la manigua.
Elegguá Alá
Le Ilú: título de honor que ostenta Bara en las ciudades o pueblos, es ya
viejo, pero un gran adivino (un awó) de gran jerarquía. Es de tierra Oyó, y fue
enseñado en el arte del manejo del até por Xangó Alafín. Es por ello que entre
sus atributos, tiene un hacha doble montada sobre un garrote de madera dura,
adornada en su extremo superior con 29 clavos de herradura, número de sus
caminos por Ifá.
Eshu Alá
Akomako: le gusta esconder las cosas por maldad, y como buen ladrón, prefiere
recibir sólo ofrendas robadas. También castiga con el fuego. Es de tierra
Arará, nace en obí con Yemayá, y le pertenecen todos los caminos que llegan
hasta la playa. Tiene 21 caminos, y su atributo principal es una manilla
adornada con caurís, cuyos dedos desalineados simbolizan a un “pungista”.
Eshu Alá
Ayiki (Bara Aláyiki Agagá): su nombre significa que como mucho, es un glotón.
De tierra de Oyó, también trabaja para Ifá. Se lo describe como un niño
rumbero, revoltoso, de apetito voraz y muy adicto al aguardiente. Aláyiki
representa lo inesperado, lo imponderable, también el engaño, el disimulo
traicionero, de ahí su mote: Aquél que nadie sabe como empieza ni como acaban
las cosas... Según cuenta una historia de Ifá, cierta vez embarcó a Ochún,
culpándola del robo de un chivo; así obró en función a su glotonería. Nace en
Oggundá Iroso. Tiene 29 caminos, y su atributo principal se compone de un plato
y cubiertos de plata. En una fina copa de plata de deposita su bebida.
Elegguá Alá
Lu Banché: Es dueño y señor de todo lo que se va a hacer, de las situaciones y
de los pasos, ya sean dioses o simples mortales. Tiene un importante aché para
salvar o poner las cosas al revés. Por eso es el primero a quién se agasaja en
toda ceremonia de la Regla de Ochá. Come ebbó y paddé, y su color es negro,
blanco y rojo. Tiene 27 caminos, y cuando se le asienta, se hace un cono de
barro en cuyo vórtice superior lleva un gallito negro de metal. No se lleva muy
bien con los orishas de cementerio, pero sí con aquellos grandes guerreros del
panteón Yoruba.
Eshu
Alágbana (Alágbawanna): Este Eshu es el jefe de los Egguanda, a quienes dirige
con pasión. Representa el infortunio y la desesperanza, y castiga a los
burlones, a los impíos e irresponsables. En general origina todo tipo de
desgracia, siniestros, dolencias, penas y reveses, los suicidios por fuego, e
incluso las picadas ponzoñosas y los accidentes son el resultado de su
malevolencia. Habita en la soledad de los parajes oscuros e inhóspitos del
bosque y la manigua. Le gusta salir a caminar y apostarse en las encrucijadas,
donde mata con el fuego o con un cuchillo, provocando hemorragias
incontenibles. Utiliza muchos palos y bejucos mágicos del monte. Mantiene un
trato continuo con los Egguns, los Iwin, Ngangá y Oyiyi Okú, y con la
hechicería. Este Eshu adulto y solitario fue el que ayudó a Babaluayé cuando
fue castigado por Obatalá, ya que quería difundir la viruela; le procuró
entonces dos perros y lo llevó junto a Xangó y Orulá. Tiene 23 caminos, y en el
Diloggún habla por Obara Melli.
Eshu
Alaketu: es un Elegguá rey de Ketu. Usa collar de cuentas negras y blancas.
Tiene 29 caminos, y solo se asienta a los Babalawos de Regla de Ochá. Comparte
un rincón de la casa junto a Oggún Olukoló, el campesino. Entre sus atributos
tiene machete, espada y herraduras de caballo. Se lo asienta en Obí, y come
solamente una vez al año, en épocas de buena cosecha. A veces se lo coloca
cerca de un asentamiento de Lokou (mercado) pues trae muchas riquezas de lo que
se siembra y se cultiva.
Eshu
Alaroyé: Vive en la puerta a la entrada del Ifé, en una cazuela de barro. Le
agrada comer dulces y otras chucherías. Amante del baile, del dinero (owó) que
se le ofrenda, ya sea en monedas o en caracoles, es de fumar y beber olí
chequeté (aguardiente de maíz) Es muy burlón, malicioso y malcriado. Protege y
anda mucho con Oggún y Ochossi, porque es guerrero nato. Es chiquito, y a
menudo se le puede encontrar en la orilla de los ríos. Se le representa en un
otá poroso. También trabaja para Ifá y entonces lleva una flechita de metal en
la frente, como Agbanukué y Biba Kikeñó. Para apaciguarlo y afamarlo, porque
así no trastorna, se le saluda diciéndole: Alaroyé ( gran hablador ), que
también quiere significar Alá Aroye (dueño de las disputas, de la discordia) y
Aroyé (debate, controversia, locuacidad). Lo ve todo, lo sabe todo, y por eso
advierte sobre los peligros, las enfermedades. Además aconseja como manejar
favorablemente los negocios. Se cuenta que una vez le salvó la vida a Orulá.
Elegguá
Alaroyé Akokelebiyú: Nombre de un Elegguá niño, muy maldito y rencoroso, que
cuando se irrita con el dueño de Ilé, provoca que la policía venga al hogar.
También suele invocárselo para hacer justicia contra corruptos y pervertidos.
Es el peor de los enemigos de la justicia, cuando esta no se imparte como es
debido.
Eshu
Alaroyé Kío (Inkío): Tiene una sola pierna, y los danzantes en su honor le
bailan saltando en un pie y girando como remolino. Es compañero de la manigua
de Osaín. Tiene 23 caminos, y su Otá es la imagen de un muñeco de madera
similar al del orishá de la vegetación. Su color es rojo y negro. Es de tierra
Arará, aunque muchos lo dan por Takuá. En el Diloggún habla por Eyioko.
Eshu
Alaarú: Sus atributos son como mensajero y portero. Es el Elegguá de entrada a
las casas de religión de aquellos hijos de Obatalá. Tiene 9 caminos junto a
éste, y su aché principal es un iruké con una paloma negra de metal en su
extremo superior. Es de tierra Obbara, ordún (letra) por la que habla en Ifá.
Eshú Alimú:
Es de tierra Arará. Trabaja con Babaluayé, motivo por el cual es, el predilecto
protector de las puertas de entrada de las casas de Regla de Ochá que tienen a
un hijo asentado de cementerio. Su patakkí lo integran 27 caminos, número de
caurís conque se adorna su paggugú ritual. Los lukumí suelen colocar la cabeza
de un muerto como mango.
Eshú Alona
(Alonná): Enigmático, de tierra Takuá, suele azotar a sus víctimas con el fuego
y tiene un trato continuo con los muertos. Es el Elegguá de Yewá. Tiene 29
caminos, y en su frente lleva tres flechitas metálicas. No se asienta en las
casas de Regla, pues es tan peligroso como navaja en mano de un modeun (mono)
Eshu Alusí:
éste es de intenciones malignas, muy avieso y perjudicial, pues es causante de
desgracias y calamidades. Habitualmente se lo asienta en mayombe o palo monte.
Es muy amigo de los iwin, y solo reconoce a quién pague un buen servicio en
monedas de oro o grandes riquezas en su honor.
Eshu Añaguí
(añabi): éste Eshu tiene tres caminos: en uno aparece con dos caras; es un Dios
de la sabiduría que vive dentro de un coco. Él asegura la prosperidad y la
felicidad, ya que posee el poder de la renovación de la vida. Se le reconoce la
partenidad de Elegguá junto con Eshu Alayi Ibere Yeyé, que es la madre, el
comienzo de la génesis. Ambos comen paddé. En otro camino se manifiesta como la
madre de Elegguá, porque según una historia, de sus relaciones con Eshu Okú
Boró (que era oba rey de una tribu yoruba) concibe un hijo, el príncipe
Elegbará. Añagui en este camino es muy aguerrida y cuando se enoja, es tan
furiosa como una tempestad. Sabe curar con las plantas. Todo lo descubre, y
como es tan pequeñita, se traslada montándose en los remolinos. Vive en los
bosques, pero también cuida la entrada de la sábana y las maniguas como Aña Bi
Lade. Lleva ciento un cauris, lavados previamente con mioró (omiero) Por otro
camino, llamado Eshu Ñanguí (Yangí), venerado en piedra laterítica, se dice que
es el padre de todos los Eshus, ya que según una antigua leyenda, fue cortado
en doscientos pedazos por Orunmilá Ni Agbomiregún, el cual utilizó una espada
para castigarlo por su terrible voracidad. Estos pedazos se convirtieron en
doscientos Eshus y luego se duplicaron. Añagí otorga el sustento, la victoria y
la firmeza de Ifá. Por su mayor jerarquía en la legión de los Eshus, es que
gobierna, organizando y destruyendo las funciones de los demás (que así reciben
distintos nombres)
Eshu Ara
Idí: Es de tierra Arará, trabaja junto a Ochún, y está muy ligado y relacionado
a los Ibejis. Es tan niño como ellos, y siempre se lo encontrará jugando en
todas las esquinas de una plaza. Los cuida y los mima. Tiene 64 caminos, come
muchos dulces, y lleva los mismos atributos que los gemelos. Su otá se asienta
en un pequeño bebedero de parque.
Eshú Araí
Lele (Araí Loli): Nombre de un Eshu andariego, curioso y temible, muy
trastornador cuando asume la forma de un perro vagabundo. Es muy común hallarlo
en las grandes terminales de transporte, donde duermen vagos y borrachos. Es
también Eshú de Babaluayé, y cuando está junto a él tiene consigo 19 caminos,
entre los cuales se dice, fue el protagonista de la unión entre Yewá y
Chakuaneko. Es de tierra Ijeyá.
Eshu
Arayeyi (Arareyí): Portero de Orulá, también es protector de Ochún, y vive y
come en la entrada de las casas. Es celoso guardián, pero se vuelve mentiroso y
enredador cuando no se le tiene en cuenta, o si no se le atiende como merece.
Es el mimado de las hijas de Miwá, una de las orishas de río más descocadas del
panteón yoruba. Arayeyí suele comer ochinchín, dulces y aguardiente o ron.
Eshu Arere
Obí Oké: es areré (título de gran honor), es el poder, es el hijo y mensajero
de Olorum. Es guía y adivino, y bajó de la montaña sagrada de Oké para ayudar a
la humanidad. En las líneas de santería de Ochá se lo suele sincretizar con la
imagen del Niño Jesús que San Antonio de Padua sostiene en sus brazos. Tiene
cuarenta y nueve caminos, y en algunos de ellos también aparece como San
Francisco de Asís, San Cayetano y San Pedro. Es muy invocado para apertura de
caminos, limpieza de casas y negocios, y sobre todo, desataduras de todo orden
en la magia negra y brujería. Su atributo principal es el “krikri”, un sonajero
adornado con plumas, cuyo mango se hace de caña de la manigua, que también se
suele colocar como protección, detrás de la puerta de entrada de las casas.
Eshu
Aridiyí: Cuando aparece causa temor, espanto. Está muy ligado a los ngangá
congo y los kimbanda, y es capaz de desbastar cualquier enemigo, cuando está
bien atendido y arreglado por el mayombe que lo comanda. La única manera de
volverlo hacia atrás es triplicando su ofrenda, que de seguro poseerá
abundantes piezas en oro. Cuando alguien tiene un daño muy grave, es el Elegguá
que comanda la letra de Oggundá del Diloggún. Hablará primero que cualquier
otro, sobre el trance de la persona registrada.
Eshu Aroni:
por este camino es curandero y mago, pero muy violento. Señorea en los bosques
y la manigua donde ejerce la medicina, ya que conoce todos los secretos de
Osaín. Entre sus funciones está la de traerle el fuego a Oggún. Se le describe
como un enano con cabeza perruna; tiene una sola pata y un brazo, más una larga
cola peluda que termina en una bola. Se dice que instruye a la gente valiente
en la magia y en el poder de las plantas, y que luego ofrece un pelo de su
propia cola como prueba. Este Eshu inspira terror en los cobardes. Tiene 47
caminos, es del Calabar, y se lo considera el Elegguá de Oddúa.
Eshu Ayeru:
Servidor y guardián de Ifá. Un Babalawó con Ayerú y Osaín estará bien firme en
su casa de Ochá, pues ambos son la garantía de su trabajo y no hay ningún
peligro que temer. Todo lo comenta, y suele acompañar a iyawó y clientes hasta
su casa, cuando desconfía de ellos. Si alguien traiciona a un hijo de Ochá,
mejor ni saberlo...
Eshu Aweré:
Este tiene su casa en las lomas y laderas de las montañas. Está consagrado a
Obatalá, y es quién le cuida las aguas sagradas que vierten las cascadas. Se
presenta con 27 caminos, de los cuales en más de la mitad aparece como
hermafrodita. Por ello al asentarlo, se le hace un muñeco de madera en el cual
se denote en su parte inferior, la virilidad masculina, y en la superior, la
maternidad femenina, con abultados pechos. Tiene una flechita metálica de plata
en su frente, y se lo viste con una túnica blanca y roja veteada. Su color es
borra-vino. En el Diloggún habla por Eyeunlé - Obbara (1 - 7)
Elegguá Awó
Bara: Adivino de tierra Oyó, hace de guardián en las casas de los Babalawos. Es
el sostén, la afirmación de Ifá. Se asienta en Obí, y en su casa se juegan tres
pedacitos de coco, para saber sobre el estado presente y futuro del lugar, en
cuánto a limpieza e impecabilidad. No responde a los hijos de Xangó, pues la
historia dice que, cuando éste era Alafín (rey), lo echó a la calle por haberle
robado sus cocos de adivinación.
Eshu
Baraiñé (Okú Bara Iñé): Es adulto y muy ligado a Eshu Bí. Nace en Obbara Meyi y
protege mucho a sus hijos. Anda junto a Xangó, quién lo considera su Elegguá.
Conoce todos los secretos de la alta magia, el fuego y el tablero. Tiene 103
caminos, y comanda en uno de ellos a un grupo importante de iwin. También está
relacionado con los Ikús de Oyá, pues ella se los concedió cuando Xangó pasó a
ser su esposo. De todos los Eshus es el más diestro con las armas de guerra y
con las tácticas, por ello como atributo las posee a casi todas. Se lo asienta
en Obí, y su piedra tiene forma de un cono truncado, amarronada, oscura,
granulada.
Eshu
Barakeño: es muy travieso, todo lo trastorna y confunde. Es el más pequeñito de
todos los Eshus, y habita en las matas y maniguas, y se esconde entre los
matorrales. Suele ocasionar que los árboles hablen a la gente o se manifiesten
sonidos extraños dentro de sus bosques. Su paddé se deposita entre las raíces
de los árboles, o entre las matas espesas que forman guaridas para los
animalitos. Atiende cuestiones de enfermedades en los niños, en especial
aquellas aparentemente incurables. Fuma cigarros, gusta del buen tabaco y ron,
así como también dulces y tortas. Nace en Obbara Melli, letra que lo marca en
el Diloggún.
Elegguá
Barakikeñeri: Es uno de los caminos más antiguos del Elegguá, nacido en Ijeyá.
Se estima que viene del siglo XVII, y actualmente se ha perdido bastante su
rastro, aunque algunos lukumí todavía lo siguen cultando.
Elegguá
Bara Alá Asuayó: es el Elegguá de las puertas de entrada de Ilé. Está muy
ligado a Olofi, y tiene 118 caminos. Atiende cuestiones de clarividencia en
aquellos hijos de Obatalá, en particular, los de Obbá Moro. Muchos sincretizan
a este orishá con Santa Lucía.
Eshu
Baralayikú : De tierra Oyó, colabora en el traslado de los muertos cuando anda
con Babaluayé. También oficia como portero de Orulá. Él vive en la entrada de
los Ifé, y si no se le agasaja y alimenta como merece, castiga enredando la
suerte y origina los percances y las tragedias. Su asentamiento es sumamente
delicado, por sus 264 caminos.
Eshu
Baralanugbé: el solitario y temible Eshu Arará que castiga con el fuego.
Trabaja con el alba y con las estrellas (irawó) Sabe perfectamente como se
conjugan las constelaciones (Uli) y cuerpos celestes, por lo que se lo
considera con amplios conocimientos cosmológicos. A él se lo invoca en la letra
de Ofún (16) para precisar fechas de asentamiento de orishas.
Smailin y
Yorbert X 100 Pre
Eshu
Barakikeñó (Gúaga Barakikeñó): un Elegguá niño, pero con acción dañosa y
pérfida (Obarakikeño) Se dice en Cuba que es el guardián de las “cebollas”
(mujeres de la noche), y que si bien es niño, todo lo sabe y todo lo ha
experimentado. Tiene la habilidad de trabajar las mentes humanas a su capricho,
motivo por lo cual es muy empleado por los mayombe de kimbisia para hacer
ataduras y pegamientos de pareja. Solo come miel y dulces, aunque apetece
licores y cigarros con sabor a chocolate.
Eshu Ba Ti
Eyé (Batiyé, Batieyé, Batielé): El que vence de cualquier modo hasta acabar con
los daños. Viene de tierra Arará, y siempre fue muy invocado para atender
cuestiones de brujería y maleficios. Tiene 38 caminos, y en el Diloggún habla
por Eyioco Oddí - Oddí Eyinlá (2 - 4 , 4 - 12) Es enemigo de los mayombe, la
kimbanda y los iwin y ngangá congo. No acepta que por cuestiones de
incompetencia, o “calentura”, una persona le haga daño a otra porque sí, por
tanto, devuelve lo que hicieron. Es muy común que provoque accidentes en las
rutas por heridas cortantes o incineración.
Eshu Beddún
Bela: Advocación de Elegguá. Tiene dos caras: una blanca y la otra negra, como
el día y la noche. Así también es lo que hace cuando se lo invoca. Suele poner
las cosas “pata pa riva”, cuando alguien no tiene razón.
Eshu Beleké
(Belenké, Bereké): De tierra lukumí, es un niño travieso, pero muy habilidoso y
excelente guardián de las casas de ochá. Gran conocedor de yerbas y remedios,
siempre se lo encontrará en la manigua. Le gusta ser correveidile; se mete en
todo, es embustero y muy peligroso cuando se encela (no se debe tener en la
casa donde hay niños) Ha sido comparado con el Niño de Atocha (borí Weno) o
Buen Pastor. Usa un güiro mágico (de los acinturados) como amuleto.
Eshu Bí
Biribí: lo llaman “el rey de las maldades”, “el jefe de los Ibeyis”. Vive en
las esquinas de las calles, es pendenciero y malvado, lo más tétrico. Provoca
todo tipo de accidentes. Suele meterse en los cuerpos de aquellos niños
desprotegidos (no bautizados)
Elegguá
Biawooná: Imagen de Elegguá hecha de madera.
Eshu
Chiguidí (Chugudú): Se le representa en un cono hecho de barro y decorado con
cauríes. Envía el sueño maléfico (castigo de las pesadillas) Trabaja con Ifá.
Se lo emplea para aprovechar sus malas acciones, porque es muy vengativo, o
como un celoso guardián. Los comerciantes y ricos protegen sus riquezas y
tesoros con la ayuda de Chiguidí, el cual se prepara abriendo un hueco en el
suelo, y luego se le ofrenda un paddé dentro del hueco; después se le va
construyendo encima, con arcilla, el cono decorado. Se le coloca delante un
plato o cazuela donde recibirá periódicamente las ofrendas. Cuando el lugar
está bajo el resguardo de Chiguidí, matará a cualquiera que intente saquearlo.
Se lo suele representar, además, en una figura grotesca, con el pecho ancho y
la cabeza pequeña. Este Chiguidi, el vengador, mata comprimiéndole el tórax a
sus víctimas cuando están durmiendo y así las ahoga con las rodillas. Pero si
la persona está bien protegida, y su guardián la despierta, entonces Chiguidí
desaparece. Por eso, quién lo envió tiene que permanecer en vela hasta que él
cumpla su misión, de lo contrario, se vuelve en contra.
Eshu Chikua
bú (Achicagbú): De tierra de Oyó, lo mismo crea que acaba el mundo. Es el
principio del mundo. Se lo llama con un oró (zumbador), que es un pez tallado
en madera y sujeto a un cordel para hacerlo girar, batiéndolo contra el aire.
Eshu
Chinkí: El que es rápido. Nace en tierra Oyó, y fue enseñado por Xangó en la
danza. Tiene 33 caminos, y ayuda mucho a los jóvenes en cuestiones de estudios.
Si un profesor, se pone en caprichoso en contra de un estudiante, Chinkí
en-seguida lo aplacará.
Eshu
Dagguese: es un Elegguá representado por medio de un caracol cobo (Strombus Gigas)
Trabaja con Olokun. Tiene 49 caminos, y en casi todos ellos aparece con su
faceta bisexual o hermafrodita. Atiende solamente cuestiones de grandes
emprendimientos comerciales, y solo obedece a aquellos Babalochá o Iyalochá de
idénticas características.
Elegguá
Eboríkeke: por este avatar es un Elegguá niño. Se dice que vino entre los
fundamentos de esclavos desde tierra Arará, y se lo dejó de cultar a principios
de siglo. Atendía cuestiones de enfermedades endémicas. También se lo invocaba
para trastornos genésicos como ser herpes o sífilis.
Eshu
Egbayilá: El que salva. Nace en tierra de Okana-wori, y en su carga lleva nueve
clases de metales: oro, plata o platino, cobre, hierro, estaño, plomo, cinc,
aluminio y azogue (mercurio) También se le añade manteca de majá y de corojo,
una aguja y cuatro alfileres. Lleva arena y agua de río y de mar, tierra del
cementerio y del campo, y fragmentos de los palos vencedor, amansa guapo, abre
caminos, siguaraya, espanta muerto, tumba tumba, y “yo puedo más que tú”. Otros
ingredientes que se le incorporan son la cascarilla, maíz torrado, pescado,
polvo de buey, espuelas de gallo, pólvora y pigmento rojo. A este Elegguá se lo
asienta junto a Eggún en kutambwo.
Eshu Elú
(Eluama): Sólo se lo emplea para demandar o hacer daño, porque es muy buen
brujo. No se lava en omiero y se lo guarda ocultándolo de la vista de los
demás, bajo un molde cónico de barro (horma antiguamente utilizada para
solidificar el azúcar en los ingenios) Se hace con yerba, pasto, pescado
ahumado, cola de alacrán, cabeza de majá y tierra de los caminos, de cuevas y
veintiuna bibijaguas. No se le mira más que cuando se le da de comer. Tiene 36
caminos, y en el Diloggún habla por Osá Oché (10 - 15) Advierte a los Babalawos
de Regla si tienen alguna demanda encima de un mayombe o kimbanda.
Elegguá
Elufé: Es un viejo y de lo más fino, según se comenta. Su cara se esculpe en
una tosca piedra que representa su cabeza, y se le talla un cuello ancho o base
que lo mantenga firmemente vertical dentro de una fuente de barro. Se lo lava
con mioró hecho de abre caminos, paraíso, pata de gallina, yerba buena, helecho
macho, mejorana, nastuerzo, romerillo, tamo real, meloncillo, piñón criollo,
albaca, grama de caballo, espartillo, lengua de vaca y cardo santo. Vive retirado
en el patio, nunca en la casa (lejos del olor de las mujeres), y ante él es
preciso conducirse con devoción y respeto; y cerca de él no deben ocurrir actos
deshonestos, ni proferirse malas palabras, porque es severamente puritano.
Elufé nunca tuvo mujer, es decir, está quebrado: “sus testículos le caen hasta
las rodillas”. A este viejo se le ponía rapé.
Elegguá
Egberé Kikeñó (Kinkeñé): es un Elegguá niño, muy pequeñito, y bastante
travieso. Sale de noche a vagar por el monte (Egbé: torbellino) Es muy común
emplearlo como defensa en contra de brujos o mayombes que pretenden atacar una
casa de Ochá. Provoca el cierre del lugar, y el corte ritual de trabajo, de
quién se hubiera atrevido a desafiar a un Babalawó o Iyalochá.
Eshu
Ekileyo: Procede del reino de Oyó, y llegó hasta la tierra sagrada de Ifé. Es
sabio, un gran adivino y protector de las personas que buscan el conocimiento.
Lleva dientes de chivo y de perro, tres corales, óxido de hierro, una moneda de
plata, aserrín de oro, coco, aguardiente y miel, tierra negra y tierra roja,
Osun Erun, kola y Obí.
Eshu Eré:
se le representa en una estatuilla de madera o de barro. Tiene dos caras, una
es de hombre, y por detrás es mujer. Se lo considera hermafrodita. Trabaja
junto a Ochumaré. Tiene 23 caminos, y sus fundamentos se relacionan con el
orishá del arco iris.
Eshu
Echeniké Echeriké: Anda con Osaín. Fuma una cachimba (pipa) rellena con yerbas
aromáticas, y cuida las espaldas del dueño de la vegetación. Se lo asienta en
un Obí o gamela redonda de madera, con casi los mismos atributos que su amigo.
Toma caña quemada y gusta del guarapo. Es muy común encontrarlo en la manigua.
Su comida es el paddé. En el Diloggún habla normalmente por Ojuani Osá (6 - 10)
Eshu Esí
Ileñí: Vive en la entrada de los Ilé. Es el que detiene todos los daños y
trabaja junto a Kinkeñé. Ambos “son dinamita”, en especial si el Babalawó o la
Iyalochá son de Obatalá, y los pueden asentar juntos. Tiene 21 caminos, y su
avatar lo lleva a entenderse perfectamente bien con iwin y ngangás. Se le
juegan siete pedacitos de coco, frente a su casilla, en día de garúa, por
fuera, para saber como andan las cosas de la casa de Ochá
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